< blog de notas >

caminar distraídamente por la calle puede ser peligroso para el alma
ayer la encontré. no le habrían pasado ni diez años, y sin embargo, parecía muchísimo más tiempo. no se si eran las canas entremezcladas desordenadamente con sus cabellos rubio ceniza, esa tristeza y cansancio interpuestos delante de los ojos que alguna vez fueran maravillosos, o tal vez la decadencia de mis propios ojos, que gusta de darle a todo ese tinte devastador.los labios, que alguna noche perdida en el tiempo y mi memoria, los labios que me habrán parecido los más deseables, los más sabrosos, ahora tenían una mueca que los afeaba. un gesto duro, como si se supieran observados y estuvieran incómodos.el cuerpo gentil, las caderas frescas, las formas impertinentes no habían cambiado gran cosa, y sin embargo, ya no tenían el ímpetu de diez años atrás.probablemente, esa actitud desenfadada que tanto había criticado, que me había desencantado, era, paradójicamente, la que había permitido el encantamiento, la que propiciara el embrujo.tal vez, ahora, moviéndose sin ritmo, arrastrándose cansadamente por los callejones de una vida gris y sin sobresaltos, ya no incitaban a la lujuria de un andar desafiante.
empecé a preguntarme, desesperado, si era correcto salir a su encuentro. si debía yo asaltarla, interrumpir su secreto discurrir, para enredarlo con el mío, aunque más no fuera por un momento. podría incurrir en el imperdonable pecado de revivir una llama hecha cenizas irreparables. dar vida a un mentiroso ave fénix hecho de grotescos intentos de remembranzas.se me ocurrió que podía existir la posibilidad de que hubiera un destino, un futuro. que un no se que que que se yo hubiera decidido darnos una última oportunidad que yo no podía desaprovechar.
las películas con segundas oportunidades inexplicables siempre me parecieron horrorosas.
fue entonces que comprendí que interponerme en su camino hubiera sido el mayor de los errores posibles. mucho más deseable era dejar librada al azar la posibilidad de que ella pasara, me viera, y quisiera dedicarme unos minutos. o tal vez, una brisa irreverente viniera a poner fin al maravilloso orden que reinaba en sus cabellos ya no tan rubios, y en un titánico esfuerzo por dominar a la bestia, volteara su cabeza, y esos ojos alguna vez maravillosos vinieran a dar con los míos, su mirada se llevara la mía por delante, y no nos quedase otra opción que sucumbir a los designios de la naturaleza.
en realidad, lo mejor fue esto, sin duda. permitirnos revivir aquellos minutos maravillosos, ínfimos, fugaces, hubiera sido un crimen irreparable.
es mejor de esta forma
el viento no intervino. ni tampoco hubo chispa alguna de curiosidad que obligara a su cuello a girar hacia mí.
y yo... yo no tuve el valor de intentarlo
en definitiva, una posibilidad desperdiciada siempre es mejor que un saludo incómodo, un silencio insalvable, y una sensación de vacío y desasosiego
y así se fue. llevándose esas caderas, esos labios, esos ojos, esa melena ordenada.
mientras se perdía entre la multitud que cruzaba una avenida, me pareció entrever que su andar recuperaba cierta cadencia felina, algo de la sensualidad de entonces, mientras una de sus manos liberaba repentinamente la melena de la bestia

sentado. en un sillón cama, que es en realidad una cama sillón. rodeado de una amiga del alma, una conocida simpática y muy conectada, y cinco o seis boludos casi desconocidos
que bueeeeeeeeeeeenos efectos produce terminar con una prolongada "abstinencia"

hoy tuve el trip más sicodelico de mi vida

vi animalitos de colores
vi caleidoscopios en mis uñas
saqué fotos con la mente
vi calles de árboles amarillos
me agité como si me atravesaran las balas
planeé por encima de la humabidad
ondeé por la superficie del sentido
di una vuelta por el universo

y vi a una chica, que era como una taza de té en una carpetita
en una linda cabaña en el bosque

y me divertí mucho siendo expectador de la situación a mi alrededor