y así, casi sin darme cuenta, me fuí
sin entender nada de lo que acababa de pasar
odiando con el alma cada segundo de la última hora, de la última semana...
el día, siemrpe dispuesto a dar el marco adecuado a mis desolaciones, me envolvió con la llovizna más triste del mundo, apenas perceptible, pero suficiente para hacerme sentir que ese era el final de la película, que no habrá nuevos capítulos, ni una vuelta de tuerca
ya está. terminó, y punto
y si después nos arrepentimos (y eso quisiera creer), no existirá manera de volver atrás en nuestros actos
mezclado por
sábado, diciembre 04, 2004 | 1:59 p. m.