últimamente, los fantasmas de las navidades pasadas se han empeñado en venir a desvelar mis inconsciencias
si, porque el negro que aprieta los botonitos de la máquina del destino es así, vió
primero se te distrae mirando el partido de banfield, pero cuando se acuerda, te tira todas las fichas por la cabeza
y así, como quién no quiere la cosa (o la quiere, pero la mira medio de costado, o se muere de ganas, pero le da cosita decirlo), uno se viene a enterar de que, alguna vez, la mejor amiga de uno fue amante de una ex novia de uno
si
groso
limado
desconcertante
y uno, que al momento de enterarse, está bajo los efectos de espirituosos elixires alojados en convenientes botellas marroncitas, se queda estupefacto
no es cachondeo, no es rabia, no es risa...
es una sensación extraña...
algo así como que el mundo, en algún lado, debe tener un cable suelto
ni hablar de los amores cruzados. no, no, más cruzados. cruzados en serio.
y los dolores cruzados....
bueno, amores, dolores... cruzados, empiezan a parecerse más de lo que uno quisiera
y uno se empieza a sentir como si el cable suelto, en realidad, no estuviera simplemente suelto
más bien se empieza a sentir la presión del cable cortándole a uno la respiración, apretándose con toda la furia contra la garganta
y en medio del humo y las formas indecentes, entre luces audiorítmicas de alucinación y estribillos exitántemente monótonos, nos empezamos a preguntar que es exactamente lo que está pasando
que hacemos ahí, entre toda esa gente desconocida
jugándonos la vida a una sota de espadas que tiene tantas posibilidades de ganar la mano como robert smith de cantar en grandes valores del tango
y ella ahí
pobre
desarmada
destruída
ahogando sus penas en su propio ataque de asma nervioso, sollozando por algo que no vale la pena
o sí
en definitiva, quién soy yo para saber le va o no la vida en una fiesta de máscaras
mezclado por
miércoles, julio 21, 2004 | 4:47 p. m.