corriendo voy por entres los verdes pastizales
la espesa bruma de una gélida mañana de otoño junto al lago no me deja ver más allá de un cercano bosque
corro y corro sin descanzo, mientras me engullen las espesas brumas salpicadas por manchas de luz dorada, que se cuela por entre las copas de los árboles que se ciernen sobre mi cabeza
el viento frío me golpea en toda la cara. mi boca apretada y los ojos entrecerrados le hacen frente.
siento tras de mi agitarse la tierra, y a mi alrededor, un extraño movimiento de todo el paisaje me hace sospechar que aún no estoy lo suficientemente lejos de aquél...
y de repente, sin darme cuenta, ya no hay árboles alrededor. las oscuridades quedaron varios metros atrás. y una luz diáfana baña mis todo mi ser.
frente a mi, la criatura más bella que debe existir está plácidamente recostada sobre un tronco junto al río. su cara pequeña y grácil enmarcada por una enorme melena negra. de su boca surge la melodía más dulce. y sus ojos negros, más negros que mil y una noches, me miran con dulzura, con dolor, con bondad y maldad.
soy irremediable cautivo de la más hermosa de las miradas.